La Preeminencia de Cristo
Juan 1:30"Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo."*
A primera vista, la declaración puede parecer un enigma: ¿cómo puede alguien venir después de Juan y, al mismo tiempo, ser antes que él? Pero Juan está señalando la divinidad y preexistencia de Jesús. Aunque Jesús nació físicamente después de Juan, su existencia eterna como el Verbo, precede a todo, incluido Juan.
En nuestra vida cotidiana, a menudo estamos atrapados en una perspectiva limitada, enfocándonos en lo inmediato y lo tangible. Sin embargo, hay realidades espirituales que trascienden nuestro entendimiento y experiencia humanos. Jesús no es solo un hombre que vino después de Juan; es el eterno Hijo de Dios, existente desde antes de la fundación del mundo.
La humildad de Juan el Bautista también es evidente aquí. A pesar de tener su propio ministerio y seguidores, reconoce y afirma la supremacía de Jesús. En vez de aferrarse a su propio estatus, Juan señala constantemente a Jesús, reconociendo que su propio papel es preparar el camino para alguien mucho mayor que él.
¿Cuántas veces nos encontramos buscando reconocimiento o intentando afirmar nuestra propia importancia? La actitud de Juan es un recordatorio para nosotros de poner a Cristo en primer lugar en nuestras vidas. Al igual que Juan, estamos llamados a ser testigos, señalando a otros hacia Jesús, no hacia nosotros mismos.
Tenemos que profundizar en nuestra comprensión de quién es Jesús. No es simplemente un gran maestro o un líder; es el eterno Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Al reflexionar sobre la eternidad y la divinidad de Jesús, podemos encontrar una fe y adoración más profundas, reconociendo su verdadera posición en nuestras vidas y en el universo.
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